La
xerojardinería es una técnica de jardinería basada en desarrollar jardines
adaptados a condiciones de sequía, jardines xerófilos o xerojardines,
que en su proceso de diseño tienen siempre presente el índice de
precipitaciones de la región donde se va a construir el jardín para buscar en
todo momento soluciones sostenibles que permitan minimizar el gasto de agua de
riego.
La
xerojardinería busca un equilibrio adecuado entre las zonas con vegetación y
las zonas sin vegetación.
Los espacios sin vegetación son zonas pavimentadas y áreas de estructura que
además de no necesitar agua ni mantenimiento, crean espacios modernos y
confortables formando un marco sobre el que destacar las plantas.
Los
espacios con vegetación se componen de plantas resistentes al nivel de
sequía de la
región, pudiendo generar composiciones de gran belleza, colorido y atractivo
escogiendo entre una gran diversidad de plantas adaptadas a la sequía.
Un
xerojardín puede consumir un 30 por ciento del agua que necesita un jardín
normal. Requiere poco riego, pero el jardín xerófilo debe incluir
sistemas de riego eficientes que permitan un aprovechamiento máximo
del agua, además de aplicar técnicas de jardinería para conseguir que el suelo
retenga mejor el agua evitando su evaporación. Entre estas técnicas están la
creación de hoyos de plantación, la incorporación de materia orgánica a la tierra,
la instalación de acolchado o mulching o la creación de
setos y arbolado que genere sombras y frene la acción del viento.
Una opción
de jardín xerófilo es el jardín sin riego, formado por
plantas capaces de sobrevivir con el agua de lluvia
En resumen,
la xerojardinería es una forma responsable, sostenible y racional de
diseñar y mantener nuestro jardín en zonas con problemas de sequía
donde aplicar criterios lógicos de ahorro de agua comienza a ser una necesidad.
Los siete principios de la xerojardinería
La xerojardinería se basa en siete principios fundamentales:1. Planificación y diseño adecuado.
2. Estudio del suelo.
3. Selección de las especies vegetales.
4. Reducción de las zonas de césped.
5. Instalación de sistemas de riego eficientes.
6. Protección del suelo mediante mulching o acolchado.
7. Mantenimiento adecuado.
1. Planificación y diseño adecuado.
Las plantas deben agruparse en función de sus necesidades de agua. Una zona de aromáticas, otra de arbustos y rocallas, otra de plantas tapizantes como sustitutos del césped… y así hasta lograr delimitar perfectamente las diferentes áreas que se quieren obtener.
2. Estudio del suelo.
La textura del sustrato define el movimiento del agua. Los suelos arenosos poseen generalmente un buen drenaje, mientras que los suelos arcillosos presentan dificultad en la penetración del agua. La utilización de sustratos de bajo consumo de agua está siendo aplicada con éxito.
Antes de proceder a la plantación es beneficioso realizar enmiendas en el suelo, es decir, aportar abono orgánico que mejore la estructura del sustrato, lo cual contribuirá a un mejor aprovechamiento del agua.
3. Selección de las especies vegetales.
ARBUSTOS
- Arbustos de hoja caduca: Árbol del amor (Cercis siliquastrum), griñolera (Cotoneaster horizontalis), retama negra (Cytisus scoparius), árbol del paraíso (Eleagnus angustifolia), granado (Punica granatum), rosa japonesa (Rosa rugosa).
- Arbustos de hoja perenne: Madroño (Arbutus unedo), Artemisa (Artemisa spp.), escobillón rojo o limpiatubos (Callistemon spp.), Lilo de las montañas (Ceanothus arboreus), eleagno (Eleagnus pungens), mirto (Myrtus communis), espino de fuego (Pyracantha coccinea), aladierno (Rhamnus alaternus).
- Para setos: Enebro chino (Juniperus spp.), cotoneáster (Cotoneaster spp.), pitosporo del Japón (Pittosporum tobira), entre otros.
- Árboles de hoja caduca: Aliso napolitano (Alnus cordata), ginkgo (Ginkgo biloba), árbol de la lluvia chino (Koelreuteria bipinnata), granado (Punica granatum), falsa acacia (Robinia pseudoacacia).
- Árboles de hoja perenne: Mimosa (Acacia baileyana), acacia de madera negra (Acacia melanoxylon), árbol botella (Brachychiton populneus), pino australiano (Casuarina equisetifolia), roble australiano (Grevillea robusta), laurel (Laurus nobilis), olivo (Olea europaea).
- Plantas tapizantes: Aquilea (Achillea millefollium), Aloe arborescens, siempreverde (Myoporum debile), abrótano hembra (Santolina chamaecyparissus), siempreviva o uña de gato (Sedum acre).
- Plantas vivaces: Amapola de California (Eschscholzia californica), verdolaga (Portulaca grandiflora), tagetes (Tagetes lemmonii), girasol mexicano (Tithonia rotundifolia).
4. Reducción de las zonas de césped.
El césped es compatible con un xerojardín. “De hecho existen muchas especies de cespitosas tolerantes a la sequía en zonas de moderada pluviometría. Además, una mejora del suelo en profundidad permite a estas especies desarrollar un sistema radicular profundo, por lo que disponen de un mayor reservorio de agua en épocas de escasas precipitaciones. El sistema de riego también cobra en este caso gran importancia.Como alternativa, últimamente han aparecido en el mercado céspedes artificiales de calidad, de fácil instalación y prácticamente sin mantenimiento.
Pero también está la opción de las plantas tapizantes o de hábito rastrero, aunque para zonas de escaso pisoteo. Muchas de ellas incluso ofrecen flores, y en general ofrecen la ventaja de que permanecen verdes durante gran parte o todo el año, y requieren por lo general pocos. Entre las tapizantes se cuentan: Achillea millefollium, Aloe alborescens, Myoporum debile, Polygonum cuspidatum, Santolina chamaecyparissus, Sedum acre, Sedum spurium.
5. Instalación de sistemas de riego eficientes.
Un jardín de xerófitas requiere muy poco riego, pero del mismo modo debe ser muy eficiente. Por ello “es importante que la instalación del sistema de riego esté realizada de un modo profesional utilizando sistemas de bajo consumo”, sugiere Silvia Burés. Obviamente se deberá evitar regar durante las horas del día. Ella recomieda hacerlo antes de la salida del sol.
Los sistemas de microaspersión y goteo, o el goteo enterrado y el uso de aguas recicladas contribuyen a la sostenibilidad. O recuperar antiguas técnicas, como los aljibes y cisternas para almacenar agua de lluvia.
6. Protección del suelo mediante mulching o acolchado.
Ofrece ventajas evidentes: disminución de la erosión, conservación de la humedad, reducción de la compactación, aumento de la temperatura del suelo y disminución de las malas hierbas. El mulching de corteza de pino aporta mejoras al suelo en su descomposición.
Pero también se pueden usar con ese fin distintos tipos de áridos, al hilo del albero de los jardines andaluces o la grava rastrilleada de los jardines secos japoneses. Su diversa granulometría y colores permiten incorporarlos como elemento sumamente decorativo en los jardines.
7. Mantenimiento adecuado.
Si se aplican estas pautas a la creación de un jardín sostenible se obtendrá además un beneficio extra: ya que el objetivo es crear un hábitat natural son más fáciles de mantener. “Un buen mantenimiento se basará en la observación de los cambios que desarrolla la vegetación, tales como marchitez, cambios de color que pueden ser síntomas de estrés debido a la falta de agua”, señala Silvia Burés.Un jardín donde se haya realizado una buena zonificación según los requerimientos hídricos y se haya efectuado una adecuada selección de especies, además de ahorrar agua limitará la aplicación de productos químicos, tanto en fertilizantes como para la lucha contra plagas y enfermedades, pues la mayoría de las veces estos males provienen de errores de cultivo.
Un jardín sostenible no es más, después de todo, que emplear en su creación una gran dosis de sentido común y de imitar, con las técnicas actuales, los cultivos tal y como lo hacían en el pasado, antes de que las modas de céspedes ingleses y especies exóticas y sedientas invadieran nuestros jardines.
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